¿Qué es?
No es un síndrome. 🤯
Es más correcto hablar de un sentimiento de impostura ya que no es una patología ni una enfermedad. Empezaron a investigar este fenómeno en los años 70 y en 1978, dos psicólogas americanas acuñaron el nombre. Inicialmente lo estudiaron como algo exclusivo de las mujeres. Se dieron cuenta, conforme avanzaban sus investigaciones, que afectaba a los hombres tanto como a las mujeres. Hoy en día, se calcula que un 70% de la población sufre, en algún momento de su vida, del síndrome del impostor.
Lo que también han terminado demostrando los diversos estudios desarrollados desde entonces es que, por los numerosos sesgos de género y estereotipos vigentes en la sociedad, este síndrome termina limitando mucho más a las mujeres.
¿Qué siento si sufro del síndrome del impostor?
Este síndrome es una forma de desvalorización personal. Puedes sentir distintas cosas y sobre todo de una intensidad diferente. Las emociones comunes en las personas que padecen este sentimiento de impostura se expresan de manera distinta y con una fuerza distinta según cada uno y sus experiencias de vida.
Como se ve más en el mundo laboral, puedes tener la sensación de que no te mereces el trabajo o el puesto que tienes. Habrás notado que escribo «tener la sensación» porque, efectivamente, solo es una sensación de la persona que sufre del síndrome. Nuestras sensaciones NO son la realidad. De hecho, el síndrome se suele dar en personas inteligentes, muy preparadas y perfectamente capaces de desempeñar el trabajo que tienen. Volveremos a hablar de nuestras sensaciones… 😎
Te da la impresión de que no vas a poder con este proyecto o con las cosas diarias de tu oficina. Vives con ansiedad porque «sabes» que, un día, alguien se va a dar cuenta de que eres un fraude…y te van a echar o no tendrás clientes.
Piensas y dices que tus logros se deben a la suerte o exclusivamente a la ayuda de los demás. Si bien es cierto que la suerte es un factor importante, sabemos que no suele venir sin trabajo y esfuerzos. La ayuda de los compañeros también puede ser importante pero… ¿Qué sentido tiene menospreciar nuestro esfuerzo?
¿No es bueno dudar?
¡Claro que sí! La humildad de la duda tiene un lado positivo: nos permite mejorar, tomarnos más tiempo, ser más creativos etc. Pero cuando vivimos la duda desde la ansiedad, la parálisis, el agobio y la falta de autoestima, entonces se convierte en un problema que afecta a nuestro bienestar y a nuestra salud.
¿Cuáles son las consecuencias del síndrome del impostor?
Las consecuencias varían en función de cada una de las personas que lo padecen. Pueden ser leves o ir hasta el «burn out»…
Algunas personas tienen continuamente la sensación de vivir en la ilegitimidad, lo que las conduce a un tremendo desgaste. Otras viven en el miedo a la mirada de los demás. Muchas viven en el miedo al éxito o al fracaso. Sea lo que sea termina siendo agotador para los que lo padecen. Les lleva al estrés, la ansiedad, la irritabilidad y/o la procrastinación.
Son bastante comunes los casos de autosabotaje y rechazo de puestos de más responsabilidad. Esto último sobre todo en mujeres.
¿Cómo se expresa el síndrome del impostor?
Podemos distinguir al menos seis tipos de «impostores»:
✨ La supermujer o el superhombre. Se presiona para trabajar cada vez más. Tiene que ser perfecta en todos los ámbitos de su vida. En el caso de la mujer, quiere ser intachable como madre si tiene hijos, como pareja, como hija, como profesional… Podéis imaginar que, al cabo de los años, esta búsqueda de perfección en todo termina a menudo en «burn out.»
✨ La o el individualista. Esta persona siente que si pide ayuda pondrá en evidencia su supuesta incapacidad. Para ella, aceptar ayuda es fracasar. Esta actitud demuestra muy poca asertividad ya que el derecho a la ayuda es unos de los derechos asertivos más importantes. Pedir ayuda nos permite ganar tiempo y energía, aprender más rápido y nos permite una relaciones sociales más sanas.
✨ La o el genio natural. Para esta persona las cosas han de conseguirse a la primera. Se juzga a sí misma/o en base a que tiene que hacer las cosas perfectas a la primera. Si no lo consigue, se agobia y se considera una nulidad. Esto lleva a no intentar ningún reto nuevo para no tener que enfrentarse al «fracaso.»
✨ La o el extremista. No conoce los términos medios. Piensa que o eres brillante o eres una nulidad. Con semejante perspectiva, nadie cumple con sus expectativas… y ella tampoco. Vive en la frustración perpetua.
✨ La experta o el experto. Considera que para ser competente es lo mismo que estar cualificada(o). Siempre ve necesario leer más, formarse más etc. Eso no sería ningún problema si no fuera porque esta actitud suele llevarle a procrastinar. Se ahoga en formaciones y libros…y no actúa.
✨ La o el perfeccionista. Se ve mucho en el ámbito laboral. Sus metas son excesivamente altas y si falla experimenta una bajada muy grande de la autoestima y vive en la preocupación de no llegar. Vive en la insatisfacción permanente porque piensa siempre que lo podía haber hecho mejor.
¡Ojo!
Es muy frecuente que tengamos un poco de varios de estos tipos. Según nuestra personalidad y la etapa vital que estemos viviendo, podemos sentir más un tipo que otro.
Las causas.
Sus raíces se encuentran sobre todo en los mensajes verbales o no verbales limitantes que recibimos en la infancia por parte de nuestros padres o tutores. Para las mujeres son particularmente dañinos también los mensajes más o menos subliminales que nos manda la sociedad en la que vivimos.
No puedo escribir aquí todas las situaciones y todos los mensajes limitantes que pueden favorecer el síndrome del impostor aunque os voy a dejar unos ejemplos:
La comparación entre hermanos.
El poner etiquetas a cada hermano: «el bueno en matemáticas» o «el nulo en matemáticas.» «El deportista.» «La torpe.» Etc. Esto solo fomenta que el niño se crea la etiqueta y no se sienta legítimo en el sector de su hermano o hermana. O no se sienta legítimo y punto. «Soy torpe» se convierte en «nunca hago bien las cosas»… (Por lo tanto por qué lo voy a intentar o incluso me autosaboteo inconscientemente para así confirmar mi etiqueta de «torpe».)
La falta de refuerzo positivo.
El no reconocer la valía del esfuerzo del niño, el no reconocimiento de sus logros es un ataque directo a la autoestima del niño. Tendrá tendencia a pensar que sus esfuerzos no valen, que haga lo que haga nunca es suficiente.
Todos los mensajes limitantes que propician el síndrome tienen algo en común:
La niña o el niño tiene que cumplir tal o tal criterio para ser aceptado o amado.
El síndrome puede aparecer también en al caso de lo que llamamos las competencias atípicas. Cuando la persona es la primera de su familia en ir a la universidad, por ejemplo. O la primera mujer que trabaja en su familia. Se crea un sentimiento de no pertenencia y de impostura. Michelle Obama lo describe muy bien en varias de sus entrevistas.
¿Qué hacemos, entonces?
Primero, reconocer que lo sufrimos y hablar de ello. Nos ayuda a quitarnos una parte del peso y nos permite ver que no somos los únicos. Hablando también puedo ayudar a otros a darse cuenta de que lo padecen.
Luego hacerme cargo de mi parte del problema y buscar soluciones y/o ayuda. Es conveniente ser capaz de reconocer mis fortalezas y talentos. Esto es lo básico para ir construyendo una autoestima sana y equilibrada.
Aprender a gestionar mi discurso interior y mis creencias limitantes son una parte fundamental del proceso contra el síndrome del impostor.
Las personas que lo sufren deberán trabajar su músculo de la asertividad también.
No podemos olvidar la gestión del miedo ya que esta emoción suele estar en el centro de la vida de las personas afectadas por el síndrome del impostor.
Si, después de leer este artículo, tienes claro que sufres del síndrome del impostor o… de la impostora😉, quiero decirte que no tienes por qué vivir con esto toda tu vida. Existen muchas maneras de aprender a gestionarlo o incluso deshacerse de él. Como coach, te puedo ayudar. Pásate por mi web y contáctame. https://chrystelcoach.com/
4 comentarios en «El Síndrome del Impostor.»
Mi enhorabuena por el post, Chrystel.
Desde luego es un gran tema del cual se conoce poco o solo conocemos la parte que nos quieren hacer creer.
Asumo que lo sufro según en el momento en el que esté (sobre todo desde que emprendí), y tengo que reconocerte que soy la perfeccionista. Desde niña y en cada ámbito educativo en el que he estado, siempre me ha «perseguido» aquella coletilla interna :»Lidia, lo podías haber hecho mucho mejor» y sí, reconozco el error y que muchas veces sufro la parálisis por análisis.
Es cierto que poco a poco voy caminando sin esto a cuestas… pero, he de confesar que ahí está, latente y persistente, y encima, en los peores momentos.
Gracias por este blog, es un auténtico remanso de paz, es un placer leerte.
¡Sigue así por favor!
Un besote enorme
¡Muchísimas gracias, Lidia!
Me encanta saber que el artículo es de ayuda. Me parece fundamental que la gente pueda identificar el «síndrome» y entender cómo funciona. Así es más fácil buscar soluciones orgánicas para cada una y llegar a la paz mental que tanto ansiamos. Yo era la genio natural😅
Gracias por tu comentario que me dice que estoy en el camino adecuado…😊
Otro besote para ti
Chrystel , que bien explicado y que completo . Es un articulo que de verdad permite el autoconocimiento y que nos sucede con respecto a este sentimiento . Muchas gracias . Me sirve para mi y para mis clientes . Lo compartiré si te parece bien
¡¡¡Muchas gracias, Estefanía!!! Me alegro de que te sea útil y claro que lo puedes compartir… Un abrazo